Todos los vehículos tienen un determinado número de piezas de desgaste: en el compartimento del motor, en los bajos o en el habitáculo del pasajero. La mayoría de estos productos están sujetos al desgaste natural durante el funcionamiento cotidiano del vehículo. Esto se aplica a discos de freno gastados, a la corrosión del sistema de escape y también afecta al aceite de la transmisión. Pero puesto que este tipo de desgaste no es siempre evidente de manera inmediata, es conveniente llevar su coche a inspección periódicamente. De lo contrario el daño resultante puede conllevar reparaciones caras o fallos repentinos que podrían poner en peligro no solo su seguridad sino también la de otros usuarios de la carretera.